Cada vez que se aburría de alguna situación y cortaba por lo sano, le iba mejor. Así se forja la historia de Antonio Ríos, un cumbiero argentino. Era aficionado a la música y cantaba algunas veces al mes, pero trabajaba en un negocio de cueros. Tiempo después formó Malagata, una banda con la que tuvo una apretada agenda de contrataciones. Después de unos años, al sentirse sofocado por la banda, decidió dejarla y lanzar una carrera en solitario. Lo intentó y le dio palo al gato. Con una clara visión, Ríos llamó su primer álbum El Maestro. Nada de ambicioso porque la canción ‘Nunca me faltes’ fue un hit en Argentina y más allá de sus fronteras. Se transformó en un clásico y una infaltable en las fiestas.